El 24 de junio la ciudad de Villahermosa, capital de Tabasco, celebra 461 años de su fundación ocurrida en 1564 por el conquistador Español Diego de Quijada, quien la nombró originalmente Villa Hermosa de San Juan Bautista en honor al santo del día. Con el paso del tiempo y tras la Revolución Mexicana, el nombre se simplificó a “Villahermosa”, consolidándose como el centro urbano más poblado del estado.
La fecha de su fundación coincide con la celebración de San Juan Bautista, una figura clave en la religión católica por ser el profeta que bautizó a Jesús en el río Jordán. Esta festividad, que también coincide con el solsticio de verano es reconocida en distintas culturas como un momento lleno de energía, renovación y conexión con la naturaleza.
En muchos lugares el 24 de junio se celebra con rituales que han perdurado a lo largo del tiempo entre los más populares se encuentra el baño en ríos o en el mar como símbolo de purificación, así como cortarse el cabello práctica que, según la creencia popular, fortalece el crecimiento y mejora la salud capilar. También es común escribir deseos en papel y quemarlos durante la Noche de San Juan, con la esperanza de que el humo lleve las peticiones al cielo.
Uno de los mitos más difundidos en torno a esta fecha es que se trata del día más lluvioso del año una idea que, si bien no está científicamente comprobada ha sido reforzada por la coincidencia con el inicio de la temporada de lluvias en varios estados de México. Algunas versiones asocian esta creencia con la antigua deidad mesoamericana Tláloc, dios de la lluvia lo que revela una fusión entre cosmovisiones indígenas y cristianas.
También se cree que durante esta noche es más propicio recolectar plantas medicinales como el hipérico o “hierba de San Juan”, a la que se le atribuyen propiedades curativas más potentes cuando se corta en esta fecha.
En varias comunidades la festividad es una ocasión para compartir alimentos, danzas, música y tradiciones populares. Se convierte en una oportunidad para celebrar la fe, la renovación espiritual y la conexión con los ciclos agrícolas y naturales.
Villahermosa no solo conmemora su nacimiento como ciudad, rinde homenaje a su historia, su gente y sus tradiciones vivas. Desde sus raíces coloniales hasta su vibrante presente sigue siendo un reflejo de identidad, espiritualidad y memoria colectiva.


