En el corazón de Tabasco justo en la emblemática Laguna de las Ilusiones, un video viral captó un momento asombroso de la vida silvestre que se volvió viral en cuestión de horas. Lo que parecía solo una escena de la cadena alimenticia reveló algo más profundo, una metáfora viva del alma humana.






En las imágenes una serpiente atrapa a una garza en plena orilla el ave símbolo de ligereza, visión clara y equilibrio espiritual, lucha por escapar. Pero entonces en una fracción de segundo desde las profundidades emerge un cocodrilo que devora a ambos sin piedad. Tres símbolos poderosos un mismo instante. Naturaleza pura.
Este suceso lejos de ser solo un evento salvaje ha despertado interpretaciones simbólicas profundas entre internautas, psicólogos, espirituales y curiosos de todo el país. La garza asociada a la sabiduría y la conciencia superior es absorbida por la serpiente símbolo del deseo, la transformación y las emociones intensas pero la escena no termina ahí: aparece el cocodrilo, arquetipo del poder ancestral el final de los ciclos la irrupción de la realidad.
Una alegoría de los ciclos de vida internos
La escena ocurre precisamente en un lugar llamado Laguna de las Ilusiones, lo cual añade aún más carga simbólica. ¿Qué nos dice este evento?
Que a veces lo más elevado dentro de nosotros nuestras metas, visión o paz interior puede ser atrapado por una emoción reprimida, un miedo, una pasión desbordada que lo instintivo si no es comprendido, puede devorar lo espiritual. Y que cuando menos lo esperamos, la vida real con toda su crudeza y profundidad emerge para tragarse tanto al ideal como al conflicto dejando un espacio para lo esencial, lo verdadero.
Ha servido como espejo simbólico para miles de personas no se trata solo de naturaleza. Es una lección ancestral que nos invita a honrar los ciclos de destrucción y renacimiento a permitir que lo que ya no nos sirve muera, para que algo más auténtico nazca.
Nada es coincidencia
Que esta escena ocurriera en la Laguna de las Ilusiones no es menor n la tradición mística, el agua representa el inconsciente, y el acto de ser “tragado por el cocodrilo” puede ser entendido como un retorno a nuestras raíces, a nuestra memoria más antigua, para recordar quiénes somos más allá de las máscaras.
