En medio del tejido urbano de la colonia Guadalupe Borja, en el poniente de Villahermosa, Tabasco, se alza el Cerro de Guadalupe, conocido entre los locales como “El Cerrito Encantado”. Más que un simple montículo este sitio representa un cruce entre la historia prehispánica, las tradiciones orales y el olvido institucional.
Desde hace generaciones los habitantes de la zona han compartido relatos sobre un ente o espíritu que resguarda el cerro. Cuentan que al caer la noche nadie debe acercarse pues quien sube desaparece sin dejar rastro, víctima de un duende o guardián invisible que protege lo sagrado estas historias transmitidas de boca en boca, han marcado la identidad del barrio y se mantienen vivas a pesar del paso del tiempo y el escepticismo de las nuevas generaciones.
Pero el Cerro de Guadalupe no es solo una leyenda viva, es un sitio de relevancia arqueológica diversos vecinos han encontrado piezas de barro prehispánico, muchas de ellas resguardadas en casas particulares como reliquias familiares algunos historiadores locales y cronistas sostienen que este lugar fue un antiguo centro ceremonial maya, posiblemente parte de una red de asentamientos conectados con Tamulté, Atasta y la Laguna del Espejo.
Este conjunto cultural que pudo haber abarcado hasta 24 kilómetros cuadrados representa un capítulo inexplorado del pasado de Villahermosa. El cerrito ubicado justo a un costado de la calle Marcelino García Barragán fue originalmente parte del territorio de Tamulté de las Barrancas, antes de la creación de la colonia Guadalupe Borja su vinculación con la cultura maya lo convertiría en un espacio de enorme potencial educativo, turístico y cultura.
En un contexto donde los jóvenes muestran cada vez menos interés por estos temas, son los adultos mayores quienes insisten en la importancia de proteger el lugar. La historia de Villahermosa no se limita a sus avenidas ni a sus edificios modernos; se encuentra también en estos rincones olvidados donde la tierra aún guarda los secretos de sus antiguos habitantes.
Mientras tanto, el Cerrito Encantado permanece allí, mudo testigo del paso del tiempo, las leyendas , esperando que algún día, no muy lejano vuelva a ser centro de atención, no por las desapariciones nocturnas, por el reconocimiento justo de su valor histórico, espiritual y cultural.