En el Centro Histórico de Villahermosa, dentro de la Zona Luz hoy reconocida como Barrio Mágico, se encuentra un rincón que parece detenido en el tiempo: el Callejón Puerto Escondido. Este pasadizo es un guardián de secretos, recuerdos de mercados fluviales y testigo de encuentros románticos que marcaron generaciones cada adoquín, cada fachada y cada puerta parecen susurrar historias que solo los que conocen la ciudad de antaño pueden imaginar.
En tiempos pasados, el callejón era un verdadero puerto fluvial escondido los cayucos llegaban cargados de frutas, verduras, pescado, carbón, leña y semillas desde Nacajuca, Tierra Colorada y otros puntos de la Chontalpa. El arroyo del ‘Jícaro’, que conectaba con la Laguna del Negro permitió que este comercio floreciera, convirtiendo el puerto en un lugar de encuentro económico y romántico los vecinos recuerdan que jóvenes enamorados se citaban bajo la sombra de los árboles y junto a los barcos cargados, creando el mito del “Callejón del beso” de Villahermosa.
La transformación urbana de 1859 cambió para siempre el paisaje: el arroyo fue rellenado y el puerto desapareció, dejando solo el nombre Puerto Escondido un eco de un pasado lleno de movimiento, comercio y encuentros secretos. Sin embargo, su esencia romántica y su valor histórico permanecen vivos, anclados en las memorias de quienes crecieron en sus alrededores.
En 2021, un proyecto de revitalización buscó devolverle vida se pintaron fachadas, se restauró la fuente de los cantaritos, se colocaron macetas y plantas, y se organizaron eventos culturales con música y tradiciones tabasqueñas que llenaron el callejón de risas, aromas y colores.
Sigue siendo un lugar emblemático y pintoresco, que conecta las calles Ignacio Zaragoza y Simón Sarlat, y conserva su adoquinado original, la fuente de los cantaritos y la estructura que alguna vez acogió mercados fluviales y encuentros clandestinos de jóvenes enamorados.
Además de su valor histórico refleja la riqueza cultural de Villahermosa es un recordatorio de cómo los espacios urbanos pueden ser testigos silenciosos de la vida cotidiana, la historia y la memoria colectiva. Cada pared pintada, cada puerta restaurada y cada evento cultural realizado en el lugar, es un intento de mantener vivo el espíritu de un barrio que vio nacer a la ciudad moderna y fue escenario de amores, comercio y tradiciones que hoy debemos proteger.
Visitar el Callejón Puerto Escondido es viajar en el tiempo es caminar por un lugar donde el pasado se entrelaza con el presente, donde cada rincón recuerda historias de amor, trabajo y comunidad. Es un llamado a la protección, revitalización y cuidado de los espacios históricos, a devolverles la vida y el esplendor que merecen, preservando la memoria y la cultura que definen a Villahermosa.
Sigue siendo un lugar de encuentro, de recuerdos y de oportunidades para quienes buscan redescubrir la ciudad, su historia y sus tradiciones. Cada visitante que pasa contribuye a mantener viva la memoria de Villahermosa, recordándonos que los lugares históricos son mucho más que calles y edificios: son testigos de nuestra identidad y nuestra cultura.
