La quema del «Año Viejo», una práctica profundamente arraigada en las comunidades del sur de México, continúa vigente en Tabasco como un ritual de purificación y renovación. Este emotivo evento simboliza la despedida del año que termina, «quemando» las experiencias negativas para dar paso a un año nuevo lleno de esperanza y buenos deseos.
El origen de la tradición
La tradición del «Año Viejo» tiene sus raíces en la región de Los Tuxtlas y la Cuenca del Papaloapan en Veracruz y se ha extendido a estados como Oaxaca, Chiapas, Yucatán y Tabasco. Con el paso de los años ha adquirido matices únicos en cada lugar pero su esencia permanece: un acto simbólico que mezcla folclore, sátira y unidad comunitaria.
¿Cómo se celebra?
La celebración comienza con la creación de un muñeco que representa al año que termina se confecciona con ropa vieja y se rellena de papel, hojas de plátano secas o paja, además de fuegos artificiales. En algunos casos se le añaden accesorios como cigarros, sombreros o paliacates para darle un toque personal.
A partir del 28 de diciembre es colocado frente a las casas acompañado de un letrero que dice: “Una limosna para este pobre viejo que ha dejado hijos para el Año Nuevo”. Las familias y vecinos lo visitan para contribuir y unirse a las festividades.
Tabasco y su persistencia cultural
En Tabasco la venta de «Años Viejos» se incrementa conforme se acerca el fin de año. En lugares como Villahermosa estos se encuentran en mercados y calles llenos de creatividad y diversidad en sus diseños manteniendo viva una costumbre que conecta generaciones.
¿Sabías que esta práctica también se distingue de la Fiesta del Judas? Aunque comparten similitudes la Fiesta del Judas ocurre durante Semana Santa y tiene otro trasfondo cultural.