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El faro de Frontera: Centinela de la historia y testigo del tiempo

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En el corazón de Tabasco, donde el río Grijalva se encuentra con el Golfo de México se erige un guardián del tiempo: el Faro de Frontera . Su historia se remonta a 1844 cuando el gobierno tabasqueño autorizó a Diego García la instalación de un pequeño faro en la Isla del Buey Chico con el propósito de orientar a las embarcaciones comerciales que llegaban desde el Golfo.

Para entonces, la Villa Guadalupe de la Frontera hoy conocida como Frontera ya destacaba como un punto clave para el comercio marítimo de la región consolidándose como el segundo puerto más importante del sureste de México, solo detrás de Veracruz.

El faro y su evolución en la economía de Tabasco

A finales del siglo XIX, en 1881 , se inauguró un nuevo faro en la margen derecha del río Grijalva. Ubicado a más de 500 metros de la orilla su principal misión era servir como guía a los barcos mercantes extranjeros facilitando la explotación y exportación de maderas preciosas como el cedro y la caoba provenientes de Tenosique, Chiapas y Centroamérica .

Más tarde en la época de agosto del oro verde se convirtió en el testigo del crecimiento de la industria bananera. La llegada de empresas como la Southern Banana Corporation y la Cooperativa de Trabajadores de la Industria Platanera (COOTIP) transformó a Frontera en un punto estratégico para la economía hasta mediados del siglo XX.

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El faro y la industria pesquera

Con la diversificación económica el faro también jugó un papel crucial en el auge pesquero de los años 70 y 80. Durante esta época sirvió de referencia para la navegación de embarcaciones camaroneras y escameras que regresaban cargadas con toneladas de productos marinos no solo orientaba a los pescadores se convirtió en un símbolo de esperanza para quienes dependían del mar para su sustento.

Un guardián resiliente ante el paso del tiempo

Hoy sigue en pie aunque el tiempo y la erosión amenazan su existencia con el avance del mar y la desaparición de la pesca industrial se ha convertido en un testigo solitario del pasado glorioso del puerto. Las olas golpean su base, el viento lo azota, pero sigue firme como una centinela del Grijalva observando el ir y venir de pescadores y turistas que lo visitan en busca de una postal única.

Inspiración para la literatura y la cultura Tabasqueña

Se dice que cautivó la mirada del poeta tabasqueño José Gorostiza quien en su paso por el puerto en el siglo XX, encontró en su silueta una musa para su poesía plasmándolo en sus obras «Cantarcillo» y «El Faro». Su presencia mística sigue inspirando a generaciones que ven en él no solo una reliquia arquitectónica, un símbolo de la identidad.

Un legado que debe ser preservado

Con más de un siglo de existencia no es solo una estructura de concreto y metal, emblema de la historia marítima de Tabasco. Es el faro más antiguo del estado que aún permanece en su sitio original resistiendo el embate del tiempo y la indiferencia.

Hoy más que nunca es fundamental valorar y proteger este patrimonio, no solo como un testimonio del esplendor económico del pasado una joya histórica que sigue iluminando la memoria de Frontera y sus habitantes.

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Información: De Tabasco Soy

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