Desde Huimanguillo, Tabasco, una joven de mirada decidida y sonrisa encantadora se abrió paso en la industria del entretenimiento nacional para convertirse en uno de los rostros más reconocidos del cine y la televisión mexicana. Su nombre es Hilda Leonor Aguirre Oliveros, mejor conocida como Hilda Aguirre, y su historia es un retrato de talento, belleza, determinación.





Nacida el 11 de agosto de 1948, hija del abogado José Manuel Aguirre Colorado y María Amparo Oliveros, creció rodeada de disciplina y cultura a los 17 años tomó una de las decisiones más importantes de su vida: dejar su tierra natal para trasladarse a la Ciudad de México y perseguir su pasión por la actuación. Su debut no tardó, pero su salto al estrellato llegaría en 1967 con la película «Sor Ye-yé», donde interpretó a una monja moderna que rompía con las reglas del convento su papel marcó un antes y un después en su carrera y la colocó como símbolo juvenil en plena efervescencia del rock and roll mexicano.
Ícono de la juventud en los años 60
Con una figura envidiable, mirada profunda y carisma natural, Hilda Aguirre se convirtió rápidamente en una de las actrices más queridas de México. Su imagen inundó portadas de revistas y sus películas llenaban salas de cine en todo el país entre sus filmes más recordados destacan «La hermanita dinamita», «Cómo pescar marido», «No se mande profe», «El chofer», y más adelante, «Tempestad», «Las perfumadas», y su última aparición en la pantalla grande, «¿Qué le dijiste a Dios?» (2014).
La televisión también fue parte de su trayectoria: participó en exitosas telenovelas como «El amor tiene su precio», «Los ricos también lloran», «Chispita», «Amarte es mi pecado», «La que no podía amar», y «Mañana es para siempre». Además durante la década de los 70 y 80 grabó varias canciones, aunque algunas de sus interpretaciones fueron dobladas por la cantante Estela Núñez, una práctica común en la época.
Una vida marcada por el éxito y la tragedia
El esplendor de su carrera sufrió una pausa abrupta el 31 de agosto de 1986, cuando sufrió un grave accidente automovilístico junto a su entonces esposo, el político Mariano González Zarur, en la carretera México-Puebla. Las consecuencias fueron devastadoras: perdió el ojo derecho tuvo múltiples fracturas en el rostro y se sometió a más de diez cirugías reconstructivas estuvo alejada de los escenarios durante casi una década.
A pesar de las adversidades regresó al medio artístico, aunque ya sin el mismo ritmo. En 2011 volvió a sufrir otro accidente vehicular afortunadamente sin consecuencias graves, res años después, en 2014, se dio a conocer que padecía una enfermedad neurológica similar a la esclerosis múltiple, la cual ha limitado su movilidad hasta hoy.
Más allá del espectáculo: Vocación política y social
No solo brilló frente a las cámaras en la política, fue diputada federal por el PRI entre 1997 y 2000, y se desempeñó en cargos dentro de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), como responsable de fiscalización y vigilancia. También presidió entidades de asistencia social, reafirmando su compromiso con la comunidad artística en 2019 recibió la Medalla Eduardo Lizalde, un reconocimiento a su trayectoria artística y su impacto en la cultura popular mexicana.
Vida personal y legado
Estuvo casada con González Zarur, con quien tuvo a su hijo Mariano González Aguirre, actual esposo de la política Alejandra del Moral. Tiene dos hijos más de un matrimonio anterior es una apasionada de la tauromaquia y continúa siendo una figura respetada y admirada en el medio cultural mexicano.
A pesar del retiro y los años difíciles, su imagen como ícono de la época dorada del cine y televisión permanece viva. Su historia inspira a nuevas generaciones de artistas, mujeres y, mostrando que la resiliencia y la pasión pueden dejar huella incluso más allá de los escenarios.




