Papillón no es solo el nombre de una película famosa, el del cocodrilo americano (Crocodylus acutus) que se convirtió en icono de la cultura tabasqueña. Capturado en la década de los 60 en una laguna de Paraíso por el empresario Otto Wolter, el ejemplar vivió más de 40 años en el Parque‑Museo La Venta, fascinando a generaciones con su imponente figura, sus tres fugas y el tamaño récord: 4.20 metros y 450 kilogramos.




Aunque era hembra recibió un nombre masculino en homenaje a la película donde el protagonista se escapa repetidamente. Su fama creció cuando logró huir del museo en tres ocasiones, lo que reforzó su apodo de “Papillón” se rumoró que en una de sus fugas fue herida por furtivos y perdió parte de su visión.
Vida en cautiverio y legado para Tabasco
Fue alimentada semanalmente con carne de pollo y otras presas, en una dieta que alcanzaba los 8 kilos por semana. Vivió hasta los 80 años una edad formidable para su especie, ya que en cautiverio pueden llegar a vivir hasta 100 años, falleció por causas naturales el 21 de enero de 2014 posiblemente afectada por temperaturas inusualmente bajas para su especie.
Después de su muerte el Instituto Estatal de Cultura dispuso su preservación mediante taxidermia: hoy puede verse en exhibición en una sala especial del museo, acompañado de fotografías que narran su historia. También dejó descendencia: seis crías registradas antes de su fallecimiento.


Memoria, cultura y patrimonio vivo
El Parque‑Museo La Venta, inaugurado en 1958 por el poeta Carlos Pellicer, no solo conserva piezas arqueológicas olmecas, fauna viva que representó durante décadas un puente entre la cultura y la naturaleza. Papillón fue uno de los emblemas más queridos del parque, un testimonio viviente de la identidad tabasqueña.
A 11 años de su muerte el cocodrilo es recordado con cariño en medios locales y nacionales, donde su figura revive como símbolo de resiliencia y conexión con el entorno. Visitantes del museo continúan fotografiándose junto a su taxidermia y leyendo sobre su historia.




