Ad imageAd image

Tamulté de las Sabanas: El pan de muerto yokot’an con figuras de animales que honra a los ancestros desde hace más de un siglo

3 lectura mínima

En Tamulté de las Sabanas, Tabasco, la comunidad yokot’an conserva una tradición única: la elaboración artesanal del pan de muerto en forma de animales, que ha perdurado por más de 100 años y se mantiene viva como un homenaje a los ancestros durante el Día de Muertos.

Cada figura tiene un significado profundo. Lagartos, icoteas (tortugas locales), cerdos, gallinas y pavos son modelados a mano, simbolizando la abundancia, la buena fortuna y la prosperidad de los hogares y cosechas, especialmente en la pesca y la agricultura de la región.

La elaboración sigue técnicas heredadas de generación en generación, donde la imaginación y la creatividad de los panaderos, como la familia Hernández García, sustituyen el uso de moldes, logrando piezas únicas que reflejan la riqueza cultural de la comunidad.

La receta tradicional del pan de muerto incluye harina, azúcar, levadura, mantequilla y vainilla, y se distingue por no llevar huevo, lo que le da una textura y sabor característicos que han permanecido intactos a lo largo de más de un siglo.

La cocción en hornos de leña transmitidos por los antepasados aporta un aroma y sabor inigualables, conectando cada pan con la memoria histórica de la comunidad y reforzando la autenticidad de esta tradición milenaria.

El pan de muerto no es solo un alimento: forma parte esencial de los altares de Día de Muertos, donde se ofrece a los difuntos como símbolo de respeto y recuerdo, manteniendo vivo el vínculo entre generaciones y fortaleciendo la identidad cultural de Tamulté.

La tradición ha trascendido fronteras en la sección de “Panes de Muerto de México” de Larousse, aparece el pan de cocodrilo de Tamulté de las Sabanas, reconociendo el valor cultural de esta práctica ancestral y su aporte como herencia viva de la cultura tabasqueña.

A diferencia de otras regiones, los panaderos de Tamulté no utilizan moldes; cada figura se crea a mano, demostrando destreza y creatividad, y en algunos casos se añaden rellenos como queso Philadelphia, incrementando su valor artesanal y gastronómico.

Esta tradición refleja la resiliencia de la comunidad yokot’an, que ha mantenido viva su identidad cultural a pesar de los cambios y modernización, asegurando que cada 1 y 2 de noviembre, las ofrendas estén completas con estos panes llenos de simbolismo y sabor.

Hoy es mucho más que un alimento: es un legado cultural que une generaciones, celebra la vida y honra a los difuntos, un ejemplo de cómo las tradiciones ancestrales permanecen vigentes en la identidad y corazón de Tabasco.


Comparte este artículo
Salir de la versión móvil