Conoce el pueblo de las piñatas en Tabasco, donde la tradición se hereda en familia

4 lectura mínima

En el municipio de Comalcalco, Tabasco, se encuentra la comunidad Miguel Hidalgo, un lugar donde la creatividad y el trabajo artesanal dan vida a una de las tradiciones más representativas de la región: la elaboración de piñatas. Este poblado es conocido como el pueblo de las piñatas, un referente cultural que cada año atrae a visitantes de distintos puntos del estado.

Durante el mes de diciembre, la carretera Tecolutilla–Miguel Hidalgo se convierte en un corredor multicolor. A la vista de todos, piñatas terminadas y en proceso cuelgan frente a las casas, creando una postal que anuncia la llegada de las fiestas decembrinas y las tradicionales posadas.

Más de 20 familias se dedican de manera directa a esta actividad artesanal. Aunque algunas producen durante todo el año, en la temporada decembrina casi toda la comunidad participa, transformando patios y salas en talleres improvisados llenos de papel, engrudo y estructuras.

El proceso de elaboración es completamente artesanal. Desde la creación de las bases y los picos hasta el secado bajo el sol y el decorado final, cada pieza requiere tiempo, paciencia y experiencia transmitida de generación en generación.

Se pueden encontrar de todos los tamaños y formas las más pequeñas caben en la palma de la mano, mientras que las gigantes requieren escaleras para su elaboración. Las figuras navideñas, como estrellas, renos y santas, son las más solicitadas durante esta época.

La calidad de estas piñatas ha traspasado fronteras locales. Comerciantes y compradores de distintos municipios de Tabasco, así como de estados vecinos como Chiapas y Campeche, llegan cada año para adquirir estas piezas artesanales.

Una de las familias pioneras es la de Liz Córdoba, cuya tradición piñatera comenzó hace más de 35 años. Hoy, tres generaciones trabajan juntas para producir cientos de piñatas, iniciando su preparación desde meses antes para cumplir con la alta demanda.

El origen de esta tradición se remonta a finales de la década de 1960, cuando José Luis Reyes López, considerado el primer piñatero del pueblo, regresó a la comunidad con conocimientos adquiridos fuera del estado y los compartió con sus vecinos.

A pesar de enfrentar críticas en sus inicios, don José perseveró y se convirtió en un maestro artesano. Enseñó a numerosas familias, sentando las bases de lo que hoy es una actividad económica fundamental para la comunidad.

Ad imageAd image

Tras su fallecimiento, su legado permanece vivo. Actualmente, la producción beneficia a cientos de familias de manera directa e indirecta, convirtiéndose en un motor económico local que fortalece la identidad cultural del pueblo.

El pueblo de las piñatas es hoy símbolo de tradición, trabajo en comunidad y orgullo tabasqueño, demostrando que las raíces culturales siguen vivas y se celebran en cada color y figura que cuelga a la orilla del camino.

Fuente el Heraldo de Tabasco

Ad imageAd image
Comparte este artículo
Salir de la versión móvil