En el municipio de Tenosique ocurre un fenómeno cultural que desafía las convenciones del carnaval: la Danza del Pochó. Esta tradición ritual con más de 500 años de historia, transforma cada enero a Tenosique en el epicentro de una experiencia mística donde se entrelazan el legado maya, el fervor católico y el teatro de la resistencia espiritual.



El 20 de enero, día de San Sebastián las calles se convierten en escenario de una ceremonia que no es solo celebración, catarsis colectiva. Flautas de carrizo, tambores profundos, y pasos vigorosos marcan el inicio de una danza que escenifica la eterna lucha del ser humano entre el bien y el mal el protagonista oscuro es el Pochó, una deidad maligna que los cojoes (guerreros), pochoveras (doncellas) y tigres (fuerzas de la naturaleza) se empeñan en vencer.
Más que un baile: Un ritual vivo
A diferencia de los carnavales coloridos de otras regiones, el de Tenosique está profundamente arraigado en la cosmovisión maya. No hay comparsas ni lentejuelas, máscaras de madera tallada, atuendos de hojas y flores, y una narrativa que sigue un guión ancestral transmitido por generaciones.
El clímax llega el último martes del carnaval, cuando el Pochó es simbólicamente quemado y la comunidad celebra la victoria del espíritu sobre las sombras. Es un acto de purificación pero también de memoria y resistencia: en cada paso, en cada tamborazo, resuena el eco de una cultura que se niega a desaparecer.
Una identidad compartida
La comunidad juega un papel central familias, sembradores, niños y ancianos se preparan durante semanas. En particular los miembros del programa Sembrando Vida como los del ejido Boca del Cerro participan activamente, confeccionando trajes, transmitiendo saberes y reviviendo el tejido social esta dimensión comunitaria fortalece el arraigo y convierte al carnaval en una expresión de identidad profunda.
Cultura que inspira y educa
La Danza del Pochó ha sido reconocida como patrimonio cultural inmaterial de Tabasco. No solo representa una tradición artística, un recurso educativo, turístico y antropológico invaluable su difusión responsable y contextualizada es esencial para garantizar su preservación sin caer en la folklorización o el espectáculo vacío.



