Nacajuca: Tierra chontal donde la historia, la fe y la tradición siguen vivas

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Hablar de Nacajuca, es hablar del corazón indígena de Tabasco de un pueblo que resguarda entre sus calles, sus fiestas y sus artesanías, la herencia viva de los pueblos mayas y chontales que lo habitan desde tiempos ancestrales. Su nombre proviene del náhuatl Naca-shushu-can, que significa “Lugar de caras pálidas o descoloridas”, y aunque el tiempo ha pasado, su identidad permanece intacta como un faro de la cultura tabasqueña.

Huellas de historia y raíces profundas

El territorio de Nacajuca fue testigo de un momento crucial en la historia mesoamericana: tras el abandono de grandes urbes mayas como Palenque, Uxmal, Comalcalco y Bonampak, muchos de sus habitantes siguieron el cauce de los ríos y se establecieron en estas fértiles tierras. Con el paso de los siglos, aquel asentamiento creció hasta convertirse en Villa en 1863 y posteriormente, en 1971, en ciudad gracias al impulso del gobernador Mario Trujillo García.

Es un mosaico cultural y natural sus ríos Carrizal, Samaria y Nacajuca, junto con lagunas como Cantemó y Pucté, le dan vida a un paisaje de abundancia, donde el clima cálido y las lluvias de verano pintan de verde sus llanuras.

Fiestas que mantienen viva la fe

El calendario está marcado por la fe y la devoción popular cada comunidad celebra con orgullo a sus santos patronos: la Fiesta de la Candelaria en Olcuatitán, la Feria de San Marcos en Guatacalca, o los homenajes a San Pedro en Guaytalpa y a la Virgen del Carmen en Tapotzingo. Estas festividades no solo son encuentros religiosos, verdaderos actos de identidad colectiva donde la música, la danza y la gastronomía se funden en un ambiente de hermandad.

MAZATEUPA Nacajuca 🔴  Pueblo Yokot’an de Tabasco, México

Artesanías que cuentan historias

El alma se expresa a través de sus artesanos. La Casa de Alfarería Madre Muriel, fundada en 1980 por la madre Carmen Muriel, sigue siendo un refugio del barro y la cerámica, donde las manos de generaciones transforman la tierra en piezas únicas que viajan por todo México.

Pero quizás las más célebres son las tiras bordadas en punto de lomillo, una técnica ancestral que entrelaza hilos hasta formar coloridos tulipanes y figuras geométricas. Esta prenda, considerada una de las más representativas de Tabasco ha vestido a embajadoras de la Feria Tabasco y a grandes artistas como Juan Gabriel e Isabel Pantoja, gracias al talento de Esperanza Pérez Tosca, “Doña Esperancita”, quien convirtió su pasión en un legado que enorgullece a todo el estado.

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En Tapotzingo y otras comunidades chontales, los artesanos también elaboran canastos, sombreros, petates, jícaras labradas y figuras de joloche, preservando el conocimiento de sus ancestros.

Gastronomía ancestral que conquista

No solo se mira también se saborea en Tucta, el restaurante indígena Yokok’ux se ha convertido en un símbolo de resistencia cultural. Este proyecto rescata la cocina de humo prehispánica y la cosmovisión yokot’an, ofreciendo platillos que mezclan tradición y orgullo identitario.

Bajo la sombra del complejo ecoturístico Pitsilteé, Yokok’ux no es solo un restaurante, es un espacio donde el folclor, la danza prehispánica y la lengua madre se encuentran, dando empleo a familias indígenas y transmitiendo a nuevas generaciones el valor de la gastronomía ancestral.

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Un legado que trasciende fronteras

Es adentrarse en un universo donde el pasado y el presente dialogan en cada bordado, cada pieza de barro y cada sabor. Es mirar de cerca la fortaleza de un pueblo que, pese al paso del tiempo, sigue defendiendo sus raíces, su lengua y sus tradiciones.

Aquí la cultura no se guarda en los libros: se canta en las fiestas, se teje en los telares y se sirve en la mesa. Es, sin duda, uno de los más grandes orgullos de Tabasco y de México.

Fotografía: MPayró Studio

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