El pollo frito, con su jugosidad, crujiente textura y sabor inigualable, se ha convertido en uno de los platos más universales y populares del mundo.
Su origen se remonta a la antigua Grecia y Roma, aunque también se atribuye su creación a Egipto o China milenaria. En la Edad Media se popularizó en la Europa de caballeros y cruzadas. Fueron los ingleses y escoceses quienes lo llevaron al Nuevo Mundo, donde se coronaría como rey absoluto.
El aporte clave de los esclavos en EEUU al sabor del pollo frito
En EEUU, gracias a los esclavos del sur que aportaron sus especias y condimentos, el pollo frito americano adquirió ese sabor tan característico y adictivo. Respaldado por las grandes cadenas de comida rápida, se expandió por todo el mundo.
Variedades internacionales que lo han hecho aún más popular
Existen tantas variedades de pollo frito como cocineros en el mundo. Entre las más famosas están las alitas de pollo de Buffalo (Nueva York), los nuggets creados en 1950 y los chicken fries con forma de papas fritas. En el sur de EEUU destacan los fingers, patties, hot chicken de Nashville con manteca y cayena.
Más allá de EEUU, el pollo frito también reina en Asia, Australia y Sudamérica. En España lo conocemos como «pollo empanado». La fórmula secreta del éxito: crujiente, sabroso y adictivo. Ese es el auténtico toque mágico que ha convertido al pollo frito en el preferido de millones en todo el mundo.
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