En un escenario lleno de ritmo y emoción, el cuarteto de cuerdas Yonjuushi sorprendió al público del XVII Festival Cultural Ceiba con su propuesta única: una fusión de bolero clásico y música mexicana con un toque de universalidad. Esta agrupación, originaria de Chiapas y con un nombre que rinde homenaje a su maestra japonesa Rie Watanabe, hizo de su presentación un viaje de nostalgia, pasión y alegría.
El encuentro del bolero con la técnica clásica
El Teatro Esperanza Iris fue el escenario donde el cuarteto dejó una huella imborrable. Desde los primeros acordes de «Sabor a mí», los asistentes se sumergieron en un mar de emociones. La interpretación del cuarteto transformó este icónico bolero en una experiencia diferente, más reposada, pero igualmente cargada de sentimientos intensos. Con dos violines, una viola y un violonchelo, lograron transmitir la melancolía y el sufrimiento de la pieza de una manera profundamente emotiva, dejando a los oyentes cautivados.e convertía en un momento especial para los asistentes, quienes no dudaron en expresar su admiración.
La Conexión cultural y la magia de la música
Uno de los aspectos más destacados de la presentación fue la increíble conexión que el cuarteto logró establecer con el público en tan poco tiempo. En cuestión de tres piezas, Yonjuushi pasó de la nostalgia de los boleros a la vivacidad de la música tradicional mexicana, logrando que los asistentes se unieran a la experiencia con sus risas, aplausos y hasta gritos de entusiasmo.
La influencia de Chiapas, tierra rica en tradiciones musicales, fue evidente en cada una de las interpretaciones. Yonjuushi no solo rindió homenaje a su tierra natal, sino que también compartió con el público una mezcla cultural que fue recibida con los brazos abiertos. El cuarteto logró llevar las melodías de su región a un plano internacional, combinando la excelencia de la música clásica con el sabor inconfundible de las tradiciones chiapanecas.
Al finalizar la presentación, el público se despidió con una ovación unánime, demostrando el impacto que Yonjuushi había tenido en ellos. Incluso, una vocecita infantil no dudó en gritar «¡bravo!» al terminar la última pieza, «La Vikina». El cuarteto dejó una promesa en el aire: regresarían para interpretar Mis Blancas Mariposas, otro clásico de la música chiapaneca, con su característico estilo clásico.