El legado de Boca del Cerro: Dos puentes, una historia

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Enclavado en el majestuoso Cañón del Usumacinta, en Tenosique, Tabasco Boca del Cerro se erige como un testigo silencioso de la historia y el progreso en el sureste de México. Su icónico puente amarillo en 1950 durante la presidencia de Miguel Alemán Valdés, ha sido un pilar de conexión para la región durante más de 70 años.

Con una longitud de 189 metros y elevado a 109 metros sobre el nivel del mar el puente original no solo abrió caminos para el comercio y el tránsito ferroviario, se convirtió en un símbolo de identidad para la región. La ingeniería de Jorge Rubio Palacios, respaldada por Ferrocarriles Nacionales de México fue un éxito en su época.

El Tren Maya y el nuevo Puente de Boca del Cerro

Hoy esa historia encuentra un nuevo capítulo con la construcción de un puente gemelo como parte del Tren Maya, un proyecto que promete revolucionar el transporte en el sureste del país. Este nuevo puente construido con 2,200 toneladas de acero y 9,800 metros cúbicos de concreto utiliza técnicas inspiradas en la estructura original modernizando la conexión entre Palenque, Cancún y Tenosique.

Un viaje escénico en el Sureste

El Tren Maya no solo es un medio de transporte eficiente; también regala a sus pasajeros vistas impresionantes del Cañón del Usumacinta. Desde las ventanas del tren, los viajeros disfrutan de la exuberante selva tropical con su diversidad de flora y fauna y del icónico puente amarillo que sigue siendo un emblema de Boca del Cerro.

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Boca del Cerro: Más allá de sus puentes

Este pintoresco destino ofrece más que infraestructura histórica su malecón a orillas del río Usumacinta es ideal para disfrutar atardeceres inolvidables. Además la región es un paraíso para los amantes de la naturaleza, con recorridos en lancha por manglares avistamiento de aves y acceso cercano a sitios arqueológicos como Palenque y Calakmul, que complementan el viaje con la riqueza cultural maya.

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