Nacido el 21 de enero de 1959 en la comunidad de Vicente Guerrero, Balancán, Cecilio Ruiz creció soñando con convertirse en un jugador profesional. Desde joven demostró un talento natural para el béisbol y una determinación imparable. “Desde chico le dije a mi papá que yo iba a ser profesional y me aferré a eso, y gracias a Dios hoy estamos en el Salón de la Fama”, expresó el lanzador tabasqueño durante la ceremonia de su inducción. Este logro es el resultado de años de disciplina, sacrificio y esfuerzo.
Conocido por su poderosa y precisa mano izquierda, debutó en el profesionalismo con los Cafeteros de Córdoba en 1979 a partir de ahí su carrera lo llevó a jugar en algunos de los equipos más icónicos de la Liga Mexicana de Béisbol (LMB) incluyendo los Tigres del México y los Leones de Yucatán. Sin embargo, sería su desempeño con los Olmecas de Tabasco el que lo consolidaría como una leyenda. Con los Olmecas, Ruiz se coronó campeón en 1993, una temporada que marcó su trayectoria y que sigue siendo recordada con orgullo por los aficionados del equipo.
El “Látigo de Balancán”: Un apodo que define su carrera
Fue apodado “El Látigo de Balancán” gracias a su estilo de lanzamiento zurdo rápido y contundente, que dominaba a los bateadores y lo convirtió en un jugador temido y respetado en el diamante. Este talento lo llevó a una carrera de 20 temporadas en la LMB , donde ganó el respeto y la admiración de compañeros y rivales. Su casaca especial con el número 17 se convirtió en su sello personal, símbolo de su dedicación y pasión por el béisbol y hoy en día ese número es parte de la historia del Salón de la Fama, donde permanecerá como inspiración para futuras generaciones.
Superación y fortaleza
La vida de Cecilio Ruiz no ha estado exenta de desafíos fuera del campo de juego. En 2021, el “Látigo de Balancán” se enfrentó a una de las batallas más difíciles de su vida al ser hospitalizado por una severa infección de COVID-19. Tras luchar contra la enfermedad y superar una etapa crítica de su salud, volvió a demostrar que su espíritu luchador no solo pertenece al campo, sino que es una característica fundamental de su vida.
Un legado para Tabasco
Su entrada al salón de la fama representa un logro no solo para él, sino para su estado natal de Tabasco que celebra con orgullo su legado. Es el máximo ganador de la historia de los Olmecas de Tabasco, con los que fue campeón en 1993. “Llegar aquí me llena de orgullo, no solo por lo que significa para mí, sino por lo que representa para Tabasco y para todos los que sueñan con alcanzar algo grande“.