En el alma festiva de Tabasco la tradición del certamen Flor Tabasco no solo celebra la belleza, también el linaje cultural de quienes lo viven generación tras generación. Desde hace décadas madres e hijas, tías han compartido la banda simbólica de sus municipios construyendo verdaderas dinastías familiares que han dejado huella en la historia del estado.
Uno de los ejemplos más emblemáticos es el de Tenosique la tierra del hilandero que vio brillar en 1986 a Martha Patricia Vela Suárez, una joven alta, carismática y elegante que conquistó corazones y se llevó la Flor de Oro. Su participación no fue un caso aislado décadas más tarde su sobrina Patricia Cantero Vela retomó el legado familiar al representar con igual orgullo a su tierra natal en la edición 2019, alcanzando ser finalista.


Pero no es el único linaje floreciente Macuspana conocida como la tierra de los «tumba patos» ha sido semillero de embajadoras notables en 1955 y 1956, Eloiza Solórzano González fue elegida Flor Tabasco en un evento altruista; al año siguiente el gobernador del estado oficializó su título en la Feria Estatal marcando un antes y un después en la historia del certamen. Hoy su ejemplo sigue vivo en jóvenes como Erika Ximena Ramírez Aranda quien en la edición 2023 fue reconocida como Señorita Fotogenia y destacada en el top 5 por su carisma y belleza natural.


La Feria Tabasco es mucho más que un escaparate cultural: es un homenaje a la identidad de un pueblo comparada con eventos de renombre nacional como la Feria Nacional de San Marcos o la Feria Estatal de León, esta celebración une a todos los sectores del estado. Artesanía, gastronomía, ganadería, turismo y arte convergen en un mismo lugar creando una experiencia única para visitantes y locales.
El certamen de Flor Tabasco destaca porque va más allá de la estética las participantes representan con dignidad la historia, la gastronomía, los valores y la herencia viva de su municipio. Este evento permite a las nuevas generaciones conocer, amar y enorgullecerse de su tierra y cuando una hija, sobrina pisa el mismo escenario que su madre, tía décadas atrás se vuelve evidente que esta tradición es también un acto de amor y memoria colectiva.





