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«El Mure: La fuente tabasqueña que resguarda la leyenda más escalofriante del sureste»

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En el corazón del barrio El Mure, justo en la intersección de las calles Ing. José N. Rovirosa y Anastacio Luque un sitio que parece una fuente común y una plaza de convivencia guarda en sus profundidades una de las leyendas más antiguas y aterradoras del estado: la historia de Nöwayomo, una diosa zoque temida por su belleza y su capacidad para castigar a los hombres incautos.

Este espacio conocido por generaciones como “El Mure”, no solo forma parte del paisaje urbano de Teapa que constituye un testimonio vivo del sincretismo entre las tradiciones indígenas prehispánicas y la religión católica impuesta durante la conquista Española.

Un manantial sagrado con historia milenaria

Antes de la llegada de los conquistadores era un centro zoque ceremonial donde los antiguos pobladores adoraban a Nöwayomo, “la mujer originaria del agua”. Según la cosmovisión zoque los manantiales eran portales sagrados al inframundo y de ellos emanaban fuerzas que debían ser respetadas.

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Allí en ese ojo de agua que fluye desde un cerro se erigía un altar con una figura de piedra dedicada a la diosa. Las ceremonias incluían rituales de agradecimiento, ofrendas y rezos la creencia era clara: si el manantial se secaba el pueblo entero desaparecería.

Transformación espiritual y resistencia cultural

Con la llegada de los Españoles los sitios sagrados indígenas fueron cristianizados el culto a Nöwayomo fue sustituido por una imagen de la Virgen de Guadalupe colocada sobre el manantial. Aun así la tradición oral preservó la memoria de la diosa y su leyenda continuó transmitiéndose de generación en generación.

Durante años las mujeres del barrio acudían a lavar ropa en las bateas colocadas frente a la capilla quizás ignorando que compartían ese espacio con una figura sobrenatural que aún rondaba el lugar.

Nöwayomo: Entre mito, miedo y memoria colectiva

Los relatos locales coinciden en que se manifestaba como una mujer desnuda de belleza inigualable que se bañaba en la fuente. Seducía a los hombres quienes al tocarla descubrían demasiado tarde su verdadera naturaleza: una víbora gigante que los devoraba o ahogaba.

La leyenda evolucionó con los siglos se decía que la aparición presagiaba desgracias: pestes, inundaciones o muertes repentinas. En momentos de crisis sanitarias como entre 1810 y 1834, varios pobladores afirmaron haberla visto caminando desnuda por el manantial.

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De manantial ritual a plaza comunitaria

Durante el siglo XIX se construyó un muro para contener el paso del arroyo y de ahí nació el nombre con el que hoy se le conoce: Con el tiempo el sitio fue urbanizado y se convirtió en una plaza pública de convivencia utilizada para eventos comunitarios y celebraciones.

Una creencia que aún vive

Hasta el día de hoy en el imaginario popular permanece la idea de que quien beba del agua de El Mure, se quedará a vivir para siempre en Teapa. Para los lugareños este mito no es una superstición, una forma de identidad que un pasado y presente.

Se ha convertido también en punto de interés para quienes buscan turismo cultural y misterioso. Su leyenda ha ganado notoriedad en redes sociales gracias a publicaciones que relatan su historia con dramatismo e imágenes simbólicas.

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Un legado vivo

Más allá del mito representa una herencia intangible de valor histórico, antropológico y espiritual. La preservación de su leyenda no solo fortalece la identidad tabasqueña, que ofrece un relato que merece ser contado, explorado y respetado.

Fotos de: Roney Ruiz, TEAPA Verde y mágico.

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