Isidro Velázquez Méndez, el último hablante originario de la lengua «Zoque Ayapaneca» ha fallecido poniendo fin a una etapa crucial en la preservación de esta lengua ancestral. Originario de Ayapa en el municipio de Jalpa de Méndez, Tabasco fue una figura clave para la documentación y preservación de este idioma, única en su clase.
La lengua ayapaneca conocida también como «Zoque Ayapaneca», es una mezcla entre las lenguas zoque y mixe que en su tiempo fue hablada por las antiguas civilizaciones mayas y olmecas que habitaron la región suroriental de Tabasco. Este idioma ha sido parte integral de la identidad de los pueblos originarios de la zona pero, al igual que otras lenguas indígenas en México ha sufrido el impacto de la modernización y la migración lo que ha llevado a su desaparición paulatina.
A mediados del siglo XX, aproximadamente 8,000 familias ayapanecas hablaban la lengua pero la construcción de la carretera que conecta la capital del estado Villahermosa con el municipio de Comalcalco provocó un cambio drástico en la dinámica de la región. La migración hacia la ciudad y la creciente homogeneización cultural comenzaron a mermar el uso del idioma como resultado a lo largo de las décadas el número de hablantes de ayapaneco fue disminuyendo hasta llegar al trágico punto de la muerte de su último hablante fluido: Isidro Velázquez.
Quien fue un defensor incansable de su lengua se convirtió en el último bastión de este idioma ancestral a lo largo de su vida participó activamente en proyectos de documentación lingüística entre los cuales destaca su colaboración con un equipo de lingüistas de la Universidad de Stanford. A principios del siglo XXI, los investigadores Estadounidenses viajaron a Tabasco para grabar y documentar las palabras y expresiones del ayapaneco durante dos años, Isidro Velázquez y otros miembros de la comunidad trabajaron para crear un diccionario de esta lengua con el objetivo de preservarla para las futuras generaciones.
Este trabajo no solo fue un esfuerzo académico, una misión personal en diversas entrevistas expresó su preocupación por el futuro del idioma alertando que las nuevas generaciones no estaban aprendiendo la lengua y en consecuencia estaba destinada a desaparecer.
La muerte de Isidro Velázquez marca el final de una era para la lengua ayapaneca, pero también resalta la importancia de seguir luchando por la preservación de las lenguas indígenas. Para muchos será recordado no solo como el último hablante del ayapaneco, también como un testimonio de la riqueza cultural y lingüística de los pueblos originarios de México.